Ayer me sorprendí llorando,
llorando por la injusticia,
esa injusticia cruel que como negra me perjudica,
me sequé las lágrimas y dije:
¡vámonos mujeres!, ¡vámonos mujeres!
Que nos espera un deber,
y ese, no es el de los quehaceres.
Es el deber humano de luchar por lo que duele.
Ese dolor de injusticia que nos mantiene aquí de pie,
exigiendo nuestros derechos,
esos derechos que ya estoy harta que se me nieguen.
Porque a mi México, ese México lindo y querido
quiero gritarle hoy “¡aquí estamos!”, “¡aquí estamos las negras!”
Y que también clamamos “¡justicia!”,“¡justicia!”
Justicia a mi identidad, justicia a mis derechos,
ya no más negación, ya no más.